Vuelta a empezar. En estos tiempos locos, tiempos de emergencia sanitaria, ahora que nos encontramos en un estado de alarma y confinados en nuestras casas. Tiempos en los que los campos de tiro y las galerías están cerradas, tiempos en los que parece que no exista otra cosa que el maldito covid-19 y en los que parece que no ocurren hechos delictivos. En estos tiempos tan difíciles y convulsos, no podemos descuidar nuestro entrenamiento. No será con fuego real, pero si que debemos aplicarnos en el trabajo de seco.
Ahora es el momento de limar esas deficiencias, es ahora cuando debemos incidir en aquello que nos cuesta más. Empezar por lo básico, la extracción del arma de la funda de manera suave y por tiempos, para afianzar el empuñamiento, la extracción. Controlar la disposición del resto de elementos del cinturón que nos permitan desarrollar esta parte con una perfección casi extrema.
Debemos trabajar la parada del arma colocándola en lugar exacto en el momento del disparo. Trabajar sobre como ejercer la presión necesaria en el disparador para realizar un disparo. Todo ello de manera liviana, suave, lenta para darle tiempo a nuestro cerebro a asimilar conceptos e interiorizar esos movimientos de índole repetitiva.
Cuando hayamos logrado un desenfunde en condiciones óptimas, aquellos que no porten cartucho en recamara deben trabajar el montaje. Entonces empezaremos a imprimir velocidad, no antes. Debemos ser fieles al dicho “Diligencia versus celeritas”, la lentitud me ofrece destreza y la destreza me otorga velocidad. Ahora vamos a aportar movimiento al entrenamiento, desplazamientos hacia los cuatros puntos cardinales, adelante-atrás y a ambos lados, diagonales, etc.
Podemos empezar por desplazamientos cortos y luego incrementar distancia. Con estos ejercicios buscamos aprender varios conceptos, entre ellos, a no quedarnos quietos ante una agresión. Todos hemos visto una infinidad de videos donde el agresor se abalanza sobre el garante de la ley con intención de darle boleto y como este de manara casi inconsciente comienza un desplazamiento en sentido contrario a la amenaza, para intentar ganar distancia y buscando reaccionar.
Debemos trabajar el disparo mientras me muevo, pero como os decía antes, en estos tiempos perturbados en los que sumamos un nuevo enemigo invisible que nos obliga a pertrecharnos de guantes de vinilo, gafas, pantallas protectoras y mascarillas. Ahora que el desplazarte aceleradamente o simplemente respirar te empaña las gafas. Ahora que con la dichosa mascarilla me falta el aire cuando subo raudo a un tercer piso a atender un servicio. Ahora que siempre voy enfundado en nitrilo, que me sudan las manos y que pierdo el tacto sobe las cosas. Ahora que en las intervenciones he de ponerme los guantes encima de los guantes. Ahora que llevo una pantalla como si fuera un mostrador y que me baila en la cabeza y condiciona mis movimientos. Ahora que respirar es una ardua tarea por que tengo que hacerlo a través de una mascara en la que me falta el aire o se calienta demasiado y me agobio. Ahora que todo lo que llevo puesto me resta visión periférica y me siento torpe con todo lo que tengo que llevar para protegerme. Ahora tengo que volver a empezar. Ahora es cuando he de adaptar mis prácticas a mi nueva indumentaria es cuando desde la tranquilidad de mi entrenamiento personalizado he de aprender a trabajar, a desplazarme a desenvolverme con estos nuevos complementos.
Ahí lo dejo, pruébenlo ustedes mismos y saquen sus propias conclusiones.
Texto: Alejandro Carrasco